- Victor Jesús Chávez Galindo
- Psicólogo, maestrante en psicología clínica y de la familia
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- psicologiafamilia@lospisingos.com
- Higuera Torres Edmanuel
- Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- psicologiafamilia@lospisingos.com
El presente artículo surge del interés de exponer el modelo de intervención de la
Fundación Los Pisingos, construido desde una perspectiva psicoterapéutica en el
acompañamiento de las diversas violencias y eventos adversos a los que se enfrentan miles de
niñas, niños y adolescentes en el contexto colombiano, el cual se plantea desde un enfoque de
derechos humanos, ecológico, sistémico, generativo e interseccional, que se nutre desde la
posición empática de los colaboradores de la institución y en los cuales se busca intervenir,
prevenir y mitigar las diversas vulneraciones de derechos que afectan a esta población.
Resaltando que los escenarios en las que convergen las diversas problemáticas
atendidas, se caracterizan por violencias basadas en género, problemas socioeconómicos,
vulnerabilidad social, conflictos familiares, entre otros, que forman parte de la dinámica de la
población beneficiaria,
Con lo anterior, es meritorio exponer cómo el dispositivo terapéutico de la Fundación
Los Pisingos puede consolidarse como una forma de intervención no violenta o acción sin
daño, que tenga la cualidad de ser flexible a las necesidades de quienes acuden a sus
procesos, permitiendo que se conecte con la diversidad, la polifonía y las necesidades
contextuales de la población, así como de los colaboradores que trabajan desde las distintas
áreas. Buscando fomentar el buen trato y la calidad durante los procesos de cambio o de
atención desarrollados dentro de la Fundación, este modelo se construye a partir de las
diversas experiencias, saberes y de la interacción constante con las diversas posturas de
quienes participan en este proceso de intervención y del cual consideramos pertinente la
descripción de tres dimensiones que han posibilitado esta apuesta en los diversos
acompañamientos realizados en la Fundación Los Pisingos.
Por ende, es importante describir brevemente el contexto en el que se construye dicha
dinámica, en la que la fundación ha trabajado desde el año 1969 en la ciudad de Bogotá,
Colombia, enfocándose en generar empatía con el sentir de las niñas, niños y adolescentes
(NNA) colombianos para empoderarlos en su propio proceso de reconstrucción y capacidad
de agencia, partiendo que desde aquí los identificamos como sobrevivientes, comprendiendo
la fuerza autopoiética, performativa, de reconstrucción y resignificación del ser humano
como agente de su propia vida, siendo un ápice de la capacidad humana para superar
situaciones adversas y sobreponerse a las mismas por medio de la reconfiguración de sus
redes afectivas, fomentando la dignidad y la propia valía. (Comins-Mingol, 2015)
Esto se hace posible gracias a los diferentes programas ofertados por la misma que se
han ido fortaleciendo a través de los años, dado el impacto que ha tenido en el contexto
colombiano y el reconocimiento internacional, por lo que cuenta, con un amplio portafolio de
servicios para garantizar el restablecimiento de derechos de los usuarios y/o beneficiarios que
hacen parte de la familia Pisingos.
Asimismo, este dispositivo psicoterapéutico se construye en el marco del programa de
Apoyo Psicológico Especializado, el cual está inscrito al organismo gubernamental que vela
por el interés superior de la infancia y la adolescencia, cuyo nombre es Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar (ICBF), quien vincula a las niñas, niños y adolescentes menores de 17
años (NNA de aquí en adelante) para que reciban el apoyo psicoterapéutico necesario para el
restablecimiento de sus derechos. Dicha posición es sustentada mediante el código de
infancia y adolescencia (ley 1098 de 2006) que tiene la finalidad de “contribuir al desarrollo
integral de las niñas, niños y adolescentes en el territorio nacional” y se plantea el objetivo de
“generar las condiciones de bienestar, acceso a oportunidades con equidad e incidencia de las
niñas, niños y adolescentes en la transformación del país” contribuyendo a la visibilización de
los derechos de los NNA así como la responsabilidad del estado y de la familia en la garantía
de los mismos. Concretamente, el artículo 18 de la Constitución Política de Colombia, hace
énfasis hablando del derecho a la integridad personal, en donde se busca la “protección contra
el maltrato y los abusos de toda índole por parte de los padres, representantes legales, de las
personas responsables de su cuidado y de los miembros de su grupo familiar, escolar y
comunitario”.
Es así que mensualmente se atienden aproximadamente 800 NNA entre 0 a 17 años de
edad, así como a sus familias, los cuales son distribuidos en el equipo asistencial y de
coordinación, conformado por 19 psicoterapeutas, 6 auxiliares administrativas, 3 especialistas
de área (psicoterapeutas supervisores) y una coordinadora del programa, quienes se
consolidan acciones frente al acompañamiento brindado desde la postura de la Fundación.
Ésta se nutre de los enfoques antes mencionados, así como de las dimensiones constituidas en
el equipo, desde la empatía, los vínculos posibilitadores y la apuesta micropolítica que hace
parte del ejercicio disciplinar, profesional y personal.
Ahora bien, el modelo de intervención construido ha permitido una atención
diferencial desde la diversidad de enfoques que consolidan la psicología, comprendiendo que
el acompañamiento se da desde la polifonía en la interacción con los dilemas humanos y no
desde una sola configuración paradigmática, por lo que fue construido el modelo desde las
experiencias de los profesionales de psicología de la Fundación Los Pisingos, permitiendo
una cierta flexibilidad en las intervenciones, comprendiendo la particularidad de las diversas
problemáticas, así como las demandas de ayuda de la población.
Lo anterior, se realizó desde un acompañamiento humanizado y respetuoso de la
totalidad de los colaboradores, los cuales buscan generar espacios seguros desde la
afectividad y en los cuales, desde el ingreso hasta el egreso del sistema familiar de la
Fundación, es de vital importancia promover el sentido de seguridad y confianza, así como la
apropiación de los mismos a la entidad, comprendiendo la integralidad de la atención.
Por lo anterior, es importante traer los dos elementos o conceptos que conforman un
hilo conductor para el lector, permitiendo realizar un análisis sobre la intervención no
violenta que se ha consolidado en estos últimos años desde los actores inscritos en este
proceso, el cual conjuga una posición ética, política y pragmática, desde los principios
orientadores de la empatía por la otredad y la micropolítica que posibilita focos de
intervención desde las diversas dinámicas culturales que hacen parte de los marcos de
referencia de los terapeutas y su accionar frente a la intervención.
La empatía: El acto de humanidad de entender al otro.
La noción de empatía como categoría, surge del proceso de investigación con
consultantes o de la misma comunidad y es respaldado desde las humanidades como punto
clave en el quehacer de la Fundación Los Pisingos. Busca la posibilidad de creer en el
desarrollo de las capacidades de los seres humanos, destacando el reconocimiento constante
del otro, esto desde visión sintética y muy bien lograda, nos gustaría centrar su atención en la
empatía como la capacidad de comprender las emociones del otro, vivida como una
condición genuina en la acogida ofrecida a quienes consultan en la Fundación Los Pisingos.
Basándose en esto, se ilustran los diversos y múltiples campos en los cuales se lleva a
cabo el complejo y constante “juego” de la vida humana en sociedad, subrayando el papel
fundamental que desempeña la empatía, ya que por un lado, conserva y transmite los avances
de la Fundación, creando una memoria histórica cuya esencia está plasmada en el
reconocimiento del otro en su diversidad. En ese orden de ideas, se desplegará el concepto de
empatía entendida como “la aprehensión de vivencias ajenas” (Stein, 2008, p.78).
Por lo que, se presentan dos perspectivas para comprender la empatía. Una
perspectiva filosófica desde la fenomenología que entiende la empatía desde la alteridad, el
principio filosófico de “alternar” o cambiar la propia perspectiva por la del otro. En palabras
de Sánchez-Rincón (2020):
Alteridad es un concepto desarrollado por Emmanuel Levinas, quien se aparta
de una idea violenta de dominación y aprehensión del otro, y defiende la idea de
encontrarse con el otro sin el ánimo de conocerlo, clasificarlo, ya que ello significa
dominarlo (p. 163).
En esta perspectiva, la dimensión lingüística, está referida a la alteridad. En palabras
de Fernández (2015), el lenguaje y apertura hacia la alteridad, es una dimensión lingüística
que ocupa un papel central en la explicación de Levinas acerca de los modos de relación con
la alteridad, hasta el punto de considerar que, en el ser humano, la apertura a esa relación
viene posibilitada por el lenguaje. Ello se debe a que el lenguaje siempre está referido a la
alteridad, volcado hacia ella o como expresa Fernández citando a Samoná en el cual expone
que “el discurso es el vínculo que no puede quedar recluido plenamente en el enunciado,
porque reivindica ya desde siempre al Otro-distinto, porque habla al Otro-distinto” (Samona,
2005, citado por Fernández, 2015, Pág. 432). Para que exista lenguaje tiene que haber un yo
y un tú que intercambian palabras, que se hablan recíprocamente, ya que la esencia del
lenguaje es “la interpelación, el vocativo.” (Levinas, 1999, citado por Fernández, 2015, Pág.
432).
Es así que, como Fundación hemos definido la empatía, como la confrontación de la
experiencia del otro desde su propia vida. Vida en interacción, vida en comunidad. La vida se
vive intersubjetivamente y está mediada por la experiencia del encuentro por el otro. Lo
anterior, permite recordar que siempre interactuamos con otros, desde que nacemos, en el
proceso de socialización que vivimos como niños y adolescentes hasta cuando nos volvemos
adultos, es más, seguimos aún después de la muerte en contacto con esa presencia del otro
que se ha marchado. (Fundación Los Pisingos, 2024).
Por otra parte, desde la psicología, se entiende el desarrollo clásicamente de la
empatía como la práctica inconsciente y automática para responder a las emociones de otros,
es decir, la habilidad de compartir las emociones ajenas. La empatía es una parte integral de
la competencia social (Björkqvist et al., 2000). Algunos autores como Lemerise y Arsenio
(2000), citados por Maldonado y Barajas (2018), sugieren que los déficits en habilidades
empáticas y la regulación emocional contribuyen a problemas de conducta como la agresión.
La investigación ha demostrado que los niños con problemas de conducta tienen dificultades
para identificar las emociones en otros niños. Debido a esto, La Fundación y cada
participante de la misma, ha buscado generar entornos protectores, empáticos, no violentos
para poder modelar y moldear la conducta de cada beneficiario con el propósito de enriquecer
o consolidar los cambios propuestos en la intervención psicológica y generar modificaciones
a nivel comportamental y cognitivo para tener humanos más empáticos y garantes de sus
propios derechos y deberes. Y esto, a nivel individual, familiar y con algunos sistemas
amplios de los que hacen parte los beneficiarios.
Es por lo anterior y de saber que, en la gran mayoría de casos, la experiencia permite
la empatía. Es por esto que, desde el juego, el arte y la literatura en los niños y niñas
participantes de los Programas de la Fundación Los Pisingos, buscamos una interacción con
el otro que permita configurar la experiencia, usando la comunicación como un recurso
valioso.
Finalmente, la empatía es la entrada y la acogida a la experiencia ajena y el gran
anhelo de las sociedades modernas basadas en la justicia, este anhelo es: saber vivir en
comunidad y, por tanto, en sociedad. Desde esa vida en comunidad se teje la empatía como
condición intrínseca y base para fundamentar sociedades justas. Por tal razón, esta habilidad
es un aprendizaje que se debe forjar desde la infancia, la sensibilidad por el otro, la
compasión por el dolor del otro. Las infancias que acuden a la Fundación Los Pisingos viven
la experiencia de la empatía, desde la acogida por los participantes y desde el juego, como
acercamiento en los niños y niñas para vivir y comprender lo que se siente por el otro. Los
neuropsicólogos, psicólogos educativos y clínicos trabajan la gran tradición del juego de roles
y otras estrategias clínicas y sin preferencia de enfoque, donde los NNA, desde sus diferentes
tareas encarnadas, aprenden desde el juego a llevar su vida social a un espacio de vida
personal.
Esta apuesta por la empatía, nos lleva a un lugar de enunciación en el cual buscamos
la coherencia entre las acciones interventivas con los beneficiarios y el trato con el otro en las
relaciones institucionales. Por lo cual, acompañar a quienes intervienen y permitir el diálogo
con su dolor ha sido potencialmente positivo para la praxis, reconociendo la humanidad que
traslapa y se yuxtapone con el rol asignado por la Fundación y la sociedad de los
colaboradores y funcionarios que hacen parte de este proceso, frente a la problemática de la
violencia contra los NNA de nuestro país. Por tanto, lo que ampliaremos esta postura
empática y su consolidación con la micropolítica en el siguiente apartado.
La apuesta micropolítica de la Fundación Los Pisingos, un ejercicio de resistencia por la niñez.
Comprender la apuesta política de la Fundación los Pisingos y su impacto en la
consolidación de prácticas de intervención no violenta, nos lleva a pensarnos, cómo una
organización que se distingue de otras, contribuyendo a la consolidación de cambios
estructurales y de esquemas cognitivos en los diferentes niveles de la ecología
organizacional, en donde la distinción respecto de otras organizaciones se manifiesta por la
consolidación de objetivos relativamente específicos, dispositivos específicos, una clara
división del trabajo y roles estructurados que permiten a su vez coordinar diversas
actividades, inmersas en un conjunto de procedimientos de gestión (Hoyle, 1986). Esto
justifica el interés de describir nuestro agenciamiento.
En la que, la ecología organizacional se distribuye desde la directiva, las
coordinaciones, el departamento de recursos humanos y de calidad, así como el equipo de
supervisión terapéutica y asistencial denominado equipo psicoterapéutico. Dicha
organización del recurso humano, puede generar dinámicas positivas en los colaboradores y/o
trabajadores para que todos estén en coherencia con el objetivo de la Fundación y su apuesta
por transformar las prácticas de violencia hacia la niñez colombiana, la cual ya mencionamos
anteriormente. Por tanto, se generan espacios de selección de personal centrados en dichos
valores institucionales, promoviendo la inclusión de diversos profesionales con competencias
académicas y culturales acordes a dicha perspectiva.
Cabe resaltar que, dentro del equipo psicoterapéutico, la supervisión recae sobre los
especialistas de área cuya función como profesionales en la salud mental se asemeja a la
consolidada por los supervisores terapéuticos en el contexto académico, y busca ayudar a
construir con el equipo, esas experiencias no formuladas, conocimiento impensado o
sensaciones percibidas. Se fomenta así la construcción de conocimiento, las estrategias y
herramientas con los equipos de intervención y se favorece un contexto seguro o tipo de
espacio transicional que anime a los psicoterapeutas a jugar con los límites sutiles de su
experiencia. Esto es visto desde los espacios de cuidado, consolidando vínculos
posibilitadores que generan un entorno agradable.
Es así que, como equipo psicoterapéutico, hemos comprendido que la micropolítica o
práctica institucional centrada en el reconocimiento de la multiplicidad de voces y discursos
de quienes intervienen, permite entender nuestro lugar como psicoterapeutas y sujetos
políticos que impactan en las construcciones sociales y las estructuras que hacen parte de
nuestras atenciones, las cuales son mediadas por instituciones burocráticas, que impactan en
la forma en la que se interviene. Por lo tanto, es necesario ampliar las posibilidades frente al
ejercicio profesional y la apuesta por la intervención de la violencia de niños, niñas y
adolescentes.
Dichas posiciones están nutridas desde la comprensión de diversas relaciones de
poder que se entretejen en la aplicación del dispositivo psicoterapéutico, el cual es imposible
de separar de estas relaciones de poder que se establecen con los actores que confluyen en la
atención psicoterapéutica. Consolidando recursos de acción sin daño o intervención no
violenta, se permite generar prácticas de resistencia frente a dichos posicionamientos que
hacen parte de la institucionalidad colombiana.
Lo anterior, nos ha permitido impactar positivamente en las prácticas
institucionalizantes de otros operadores (Lugares en donde se interna de manera preventiva a
niños, niñas y adolescentes) así como en la forma en cómo comprenden el sufrimiento de la
niñez y los procesos de restablecimiento de derechos. Lugares donde las problemáticas como
el consumo de sustancias psicoactivas ilegales, conductas autolesivas, problemas
comportamentales y emocionales, psicopatologías, eventos adversos enmarcados en la
experimentación de la violencia y el impacto de estas, han configurado escenarios de dolor y
sufrimiento en la construcción identitaria de estos NNA. Escenarios donde luchar contra las
etiquetas que consolidan los ejercicios de poder institucionales han sido parte de nuestra
posición política.
Esta postura a su vez, ha permitido nuevos acuerdos y diálogos con las autoridades
administrativas, como los son los abogados y defensores de familia y sus equipos
psicosociales, además de otras entidades del Estado como el Concejo de Bogotá, La
Personería, entre otros, que hacen parte de la esfera macro-política del país. Surge entonces
la necesidad de repensarnos en el saber, el poder y la subjetivación que Focault sugiere
(Ortiz, 2022) y de la cual filósofos colombianos como Edgar Garavito (1999) ha tomado para
realizar preguntas relacionadas a los nuevos lugares de enunciación que se constituyen en la
sociedad como lo son: ¿Cuáles son los nuevos tipos de lucha? ¿Cuál es el nuevo papel de los
intelectuales? ¿Qué significa ser sujeto hoy? Así, nos invitan a pensar en los tres principios
filosóficos básicos de la filosofía clásica, en los cuales se encuentra el principio de identidad,
el de no contradicción y el principio del excluido (Garavito, 1999).
Dichos principios nos permiten construir una analogía sobre el lugar que tenemos
como observadores e interventores por medio del dispositivo psicoterapéutico, esto, para
impactar de manera positiva en la salud mental y el bienestar de estos NNA y sus familias. El
último principio, el del tercero excluido, nos sitúa en una lucha contra la sujeción que podrían
enfrentar aquellas personas que se benefician de los procesos psicoterapéuticos. Así es, ya
que muchas de estas personas pueden experimentar un sometimiento frente a identidades
determinadas desde lugares de poder, a partir de un ejercicio cultural o institucional, lo cual
nos permite deconstruir discursos patologizantes y deficitarios que son definidos desde estos
lugares, contra un sujeto, y de los que, en diversas oportunidades, no pueden ser contradichos
desde el lugar que los NNA ocupan. Por tanto, dicho lo cual, se impiden posibilidades
experimentales tanto a nivel individual como social durante su infancia (Garavito, 1999)
Esta posición fundamenta el sentido del “estar fuera” de estas experiencias y
permitirnos un lugar externo en el cual desde nuestra enunciación micropolítica, podamos
actuar fuera de toda autoridad. Un estar fuera que a su vez tenga la responsabilidad por el
sujeto que se acompaña en la intervención, lo cual nos lleva a pensar en el papel minoritario
de pensar y actuar desde las posibilidades del contexto, más allá de un manual discursivo e
institucional, permitiendo la emergencia de campos experimentales, nuevas potencialidades,
nuevas posibilidades de percepción y de elección frente a la consolidación de la intervención.
Esta dimensión micropolítica que se ha consolidado en los últimos años en la
Fundación Los Pisingos, está conectada con apuestas psicoterapéuticas contemporáneas como
el diálogo abierto de Jaakko Seikkula (2005). Este enfoque hace énfasis en la importancia de
comprender programas de formación al interior de las instituciones para los profesionales que
asisten a la población, lo que permite una construcción democrática y activa que sitúe el
ejercicio psicoterapéutico desde la responsabilidad sociopolítica de quien interviene. Se
espera de ellos la consolidación del apoyo mutuo, la comunicación abierta y de confianza,
permitiendo así que cada persona inmersa en la Fundación, se sienta valorado y sea capaz de
contribuir al bienestar común.
Entender esta posición socio política puede ser complejo, ya que la historia de
Colombia ha sido permeada por diferentes circunstancias violentas y poco humanizadoras, lo
que lleva a que la garantía de los derechos de los NNA sea un objetivo difícil de cumplir. Es
ahí donde se evidencia que este tema trasciende más allá de un problema político y se
desplaza a un problema legal, por lo que, pasamos de un problema de derecho, a un problema
vinculado con la vida humana, directamente relacionado con la preservación y defensa de la
misma (Garavito, 1999). Esto teniendo en cuenta la institucionalidad que se ejerce en
Colombia y algunas prácticas que podrían ir en contravía del agenciamiento de las personas,
promoviendo prácticas de revictimización que generan acciones con daño y no tienen en
cuenta factores propios de la diversidad y la vulnerabilidad como eje fundamental de la
intervención no violenta.
Por eso sentimos que algunas leyes y derechos quedan cortos en relación con las
problemáticas que se intervienen en la Fundación, ya que seguir hablando hoy de los
derechos de las NNA, puede ser percibido como una falacia discursiva, cuando se deja de
lado la defensa de la vida y humanidad de estos seres que acompañamos en sus posibilidades.
Es así que, la apuesta micropolítica nos acompaña en nuestros hogares, en el
transporte público y en la construcción de relaciones que posibiliten una resistencia a las
prácticas de violencia que se mantienen en nuestra sociedad. Esto impacta en estos vínculos
posibilitadores ya que son una variable que juega o trabaja con los lazos relacionales que
facilitan el crecimiento, el desarrollo y la resiliencia en los individuos y sistemas familiares
que acompañamos y de los que hacemos parte.
Conclusiones y nuevas posibilidades
Después de revisar la estructura y los conceptos fundamentales de la intervención de
la Fundación Los Pisingos, es claro que el dispositivo psicoterapéutico expuesto
anteriormente es un elemento crucial, que atraviesa y enriquece nuestro modelo de
intervención social no violenta en relación con la protección de los derechos de los NNA.
Comprendemos que la empatía es la base de esta intervención y permite a los colaboradores
de la organización conectarse con las vivencias y necesidades de los niños, niñas,
adolescentes y sus familias, así como las suyas propias, generando así un ambiente de
comprensión y apoyo que promueve el desarrollo integral de cada individuo y potenciando la
prospectiva vital de quienes conviven en dicho espacio.
Esta capacidad de comprender y resonar o hacer ruido con las experiencias
de los demás es esencial para establecer relaciones significativas y para guiar los procesos
terapéuticos hacia resultados positivos y respetuosos. Asimismo, se contempla la importancia
de fomentar vínculos relacionales posibilitadores, que representen lazos afectivos y de
confianza que se construyen entre los usuarios o beneficiarios, sus familias y el equipo de la
Fundación, así como otros actores que hacen parte de la institucionalidad, ya que estos
vínculos posibilitadores son la base sobre la cual se edifica el trabajo psicoterapéutico. Se
podrá de esta manera establecer relaciones de colaboración y cooperación que fortalezcan el
proceso de intervención y contribuyan al bienestar emocional y social de los beneficiarios,
recurso humano y sistemas amplios que hagan parte del proceso.
Además, si hacemos un análisis desde la micropolítica, es de considerar que las
dinámicas de poder y las interacciones cotidianas dentro de la Fundación, influyen en la
forma en que se estructuran las prácticas y se toman las decisiones en beneficio de los NNA.
Esta apuesta, reconoce la importancia de crear espacios de participación y autonomía, donde
se promueva el diálogo y la inclusión, y se cuestione activamente cualquier forma de
violencia o injusticia dentro o fuera de la Fundación Los Pisingos.
En conclusión, estos dos conceptos o elementos marcan un enfoque integral y ético de
intervención que busca garantizar el respeto, la dignidad y el bienestar de los NNA atendidos
por la Fundación, ya que al integrar e interiorizar estos conceptos en su modelo de trabajo, la
Fundación Los Pisingos se posiciona como un referente en la promoción de una cultura de
paz y no violencia. Contribuye así al fortalecimiento de una sociedad más justa e inclusiva
para todas las personas, especialmente para aquellas en situación de vulnerabilidad.
Dentro de las nuevas posibilidades, sería interesante plantearse escenarios de
investigación cuantitativa, cualitativa o mixta en los cuales se puedan generar un
enriquecimiento cultural, interpersonal, institucional, profesional y académico para todos los
actores inscritos en estos procesos. Podría concebirse fomentando la inclusión de distintas
disciplinas como la pedagogía, sociología, antropología, entre otras ciencias sociales, que
permitan ampliar las comprensiones frente a las atenciones brindadas desde la Fundación.
Asimismo, podrían plantearse nuevos espacios para compartir experiencias a nivel
global, ampliando marcos explicativos frente a la atención integral y la intervención no
violenta. Estas propuestas deberían ir acompañadas de una financiación adecuada, la cual
puede generar una red de conocimientos y saberes que permitan implementar acciones
adecuadas, éticas y no violentas desde los diferentes actores como políticos, académicos y
finalmente terapéuticos.
Habría que pensar en instrumentos que nos permitan evaluar los cambios que
experimentan los NNA por medio de las intervenciones que planteamos desde la empatía, la
micropolítica y los vínculos posibilitadores, para fomentar nuevas perspectivas de
intervención que nos permitan confrontar las versiones biomédicas sobre la vida y la infancia,
permitiendo generar diálogos interdisciplinares o trandisciplinares que permitan hacer frente
a la violencia desde las diversas posibilidades del ser humano.
El presente articulo recoge el trabajo consolidado por la Fundación Los
Pisingos, en la intervención psicoterapéutica en el contexto colombiano y los
procesos de restablecimiento de derechos para la infancia y la adolescencia,
desde una perspectiva ecológica, sistémica, relacional, interseccional y
generativa, la cual se manifiesta con un dispositivo psicoterapéutico estructurado
al interior de la institución. Este dispositivo es implementado por profesionales
de psicología, en contextos de intervención individual y familiar, formados en
distintos enfoques como lo son, cognitivo, sistémico y psicodinámico, y con los
cuales se han consolidado durante su proceso interventivo principios
orientadores como la empatía, las perspectivas micropolíticas y las acciones de
resistencia propias del principio filosófico del excluido. Fomentamos nuevas
versiones posibilitadoras que enfrenten etiquetas e imposiciones institucionales
y que contradigan practicas insticionalizantes nocivas para el desarrollo integral
de la infancia, así como otros propios de la cultura y la sociedad. Promovemos
la consolidación de vínculos posibilitadores, incidiendo en las estructuras de la
violencia, fomentando una coherencia entre las dimensiones personales,
disciplinares y profesionales de los actores que intervienen en dicho proceso,
buscando impactar en la macropolítica del país.
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- Stein, E. (2008). Zum Problem der Einfühlung, esga 5. Herder.
- Victor Jesús Chávez Galindo
- Psicólogo clínico
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- psicologiafamilia@lospisingos.com
- Edmanuel Higuera Torres
- Psicólogo clínico
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- profesionalarea01@lospisingos.com
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