Autores
- Victor Jesús Chávez Galindo
- Psicólogo clínico
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- psicologiafamilia@lospisingos.com
- Edmanuel Higuera Torres
- Psicólogo clínico
- Especialista de área – Fundación Los Pisingos
- profesionalarea01@lospisingos.com
Dentro de los grandes retos presentados en nuestra sociedad con relación a las
intervenciones que se realizan desde la institucionalidad deviene la importancia de construir
dispositivos terapéuticos que permitan intervenir el tejido social de forma humanizada,
respetuosa y contextual, que a su vez permitan reconocer las diferencias estructurales,
sociales, económicas y culturales, para dignificar y velar por la garantía, así como el acceso
a los derechos fundamentales.
Por tal motivo durante los últimos años como Fundación hemos buscado construir un
dispositivo interventivo que sea a su vez una provocación para que los profesionales
vinculados a la modalidad se movilicen y resignifiquen sus expectativas disciplinares con
relación a la intervención de niños, niñas y adolescentes (NNA), esto comprendiendo los
marcos pluriparadigmaticos que hacen parte del quehacer psicológico en el
acompañamiento a sobrevivientes de diversas prácticas de violencia dentro de las cuales
la violencia sexual se sitúa como una problemática que debe ser comprendida como un
fenómeno social de orden colectivo, que se organiza a partir de valores culturales y sociales
que se vinculan a construcciones sociales ancladas en la jerarquía, poder, género y clase
social, que a su vez está influida por las comprensiones que se tejen frente a esta, es por
esto que el proceso de resignificación del modelo no solo permite realizar comprensiones
sobre los sistemas consultantes, sino que permite al profesional debatir diversas creencias
de su experiencia personal, disciplinar y profesional.
Es así que la provocación permite que se integre una perspectiva de derechos que
reconozca la prevalencia del derecho de los NNA, así como el reconocimiento de factores
de vulnerabilidad en los que se encuentran los sistemas amplios (familia, comunidad e
institucionalidad) esto para tener una comprensión ecológica y compleja de los dilemas
humanos frente a la intervención de familias multiproblemáticas y multiasistidas que hacen
parte del contexto de remisión del proceso administrativo de restablecimiento de derechos
en Colombia.
Bajo esta premisa surge otra necesidad, y es la de acompañar a los profesionales a
deconstruir y resignificar constantemente las lecturas que realizan de los fenómenos
sociales y clínicos, en este caso el de la violencia sexual infantil, esto por medio de espacios
de supervisión, grupos de análisis de caso y construcciones colectivas por medio de
intervenciones grupales o coterapias, las cuales a su vez fomentan un posicionamiento
micropolítico que apuesta por la transformación de las prácticas de violencia.
Resaltando que dicha apuesta micropolítica permite reflexionar sobre los significados y
construcciones de los terapeutas frente a la niñez y la adolescencia, además de los
sistemas familiares, las tipologías y estructuras en las que estos se encuentran desde un
ejercicio reflexivo que identifica el poder como practica intersubjetiva que impacta en la
relación entre el terapeuta y el consultante.
Es por ello que el presente dispositivo busca deconstruir construcciones biopolíticas
situadas en los sistemas consultantes, en especial en perspectivas adultocéntricas que
impiden que muchos cuidadores, madres o padres reconozcan las necesidades de los
ciclos vitales en la infancia, permitiendo el reconocimiento del plano ontológico de la
experiencia terapéutica, contemplando las posibilidades e imposibilidades mismas que se
sitúan en las variables culturales propias del contexto.
Contemplando estas variables, el modelo de evaluación permite al terapeuta que interviene
realizar una lectura comprensiva que reconozca la demanda de ayuda institucional, del
sistema familiar, la del NNA, así como una comprensión estructural, la cual se divide en
cuatro fases que reconocen la ecología del proceso, siendo la primera fase la que busca
comprender lo dispuesto por el macrosistema con relación al desarrollo integral del NNA, la
segunda una comprensión del mesosistema relacionado a la exploración de la dinámica
familiar, las creencias y mitos construidos sobre la crianza, la parentalidad y la
corresponsabilidad, la tercera situada en el microsistema y el desarrollo evolutivo de los
NNA, para finalmente retar al terapeuta en realizar una comprensión que vincule aspectos
clínicos como sociales en su diagnóstico de las pautas de violencia en el contexto relacional.
A continuación, resumimos brevemente con una tabla la información referida en el
parágrafo anterior:
Variables contempladas
Identificar demandas de ayuda, explorar antecedentes de
atención en salud mental, psicosocial o jurídico, variables
socioeconómicas, habitacionales explorar condiciones
diferenciales, acceso a derechos fundamentales, así como
construcciones de género, explorar riesgos y activar rutas
de ser necesario. Encuadrar el proceso terapéutico y
resaltar el proceso ético y moral del profesional.
Movilizaciones esperadas
Qué los terapeutas
identifiquen escenarios de
opresión y recursos para la
atención reconociendo las
diversas variables del
macrosistema.
Variables contempladas
Explorar la dinámica familiar, la configuración de pautas
relacionales a prácticas de comunicación, la disciplina, los
procesos de autonomía e individuación en relación a la
infancia, además de identificar factores de vulnerabilidad
y generatividad propios del sistema familiar.
Movilizaciones esperadas
Ampliar comprensiones
frente a las dinámicas
familiares y el contexto
relacional propio del
mesosistema.
Variables contempladas
Explorar conexiones e interconexiones por medio de la
lectura de áreas de ajuste en las que se encuentran los
NNA en relación a su desarrollo socio afectivo, físico,
escolar, social y sexual, así como la aplicación de un
cuestionario de factores de riesgo para identificar eventos
adversos o predisponentes que afecten la salud mental en
el desarrollo bio-psicosocial.
Movilizaciones esperadas
Reconocer la voz de los
NNA en los procesos de
comprensión y afectación
en relación al motivo
remisor, crisis evolutivas y
construcciones propias
para identificar la pauta
que conecta.
Variables contempladas
Integrar elementos que permitan la construcción de una
lectura integral ecosistémica que facilite la redefinición de
la demanda de ayuda por medio de una lectura que
explore los ciclos vitales familiares y la definición del
problema por parte de los NNA, familias y/o cuidadores.
Movilizaciones esperadas
Invitar al terapeuta a
observar lo observado por
medio de un ejercicio
metacomunicativo que le
permita reflexionar sobre
un diagnóstico integral.
Lo anterior permite, redefinir la demanda para la construcción del plan de tratamiento y
acompañamiento que vincula políticas públicas en infancia y adolescencia, como las leyes
1098 de 2006, 1878 de 2018 y 1804 de 2016, así como otras vertientes que comprenden el
género, la violencia y las prácticas familiares, las cuales fueron integradas en cinco módulos
principales para el abordaje del trauma o evento adverso que ha transitado la vida de los
NNA.
Por lo que se prioriza el reconocimiento emocional, las construcciones identitarias en el
marco de la diversidad y la deconstrucción de prácticas de poder y jerarquía, así como el
género y la clase social, seguido del trabajo con familia en la movilización de prácticas de violencia situadas en los NNA, permitiendo debatir con posturas deficitarias y patologizantes
que se imponen desde el fenómeno de violencia a estos últimos, así como ampliar las redes
y las habilidades sociafectivas, que luego permiten el abordaje integral del trauma por medio
de un módulo que busca agenciar y confrontar por medio del testimonio dichas prácticas de
violencia.
Esta provocación ha permitido a los terapeutas construir a su vez nuevos dispositivos de
intervención respetuosos con la integralidad de una atención como esta, vinculando a su
vez módulos complementarios relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas, el
duelo, así como los derechos sexuales y reproductivos, los cuales son puestos en marcha
de acuerdo a la necesidad.
Además, aquí surge una apuesta pluriparadigmatica que permite comprender los enfoques
de la psicología clínica en la integralidad de la atención, siendo el profesional quien moviliza
estas perspectivas disciplinares y epistemológicas en función del cambio de los sistemas
consultantes, renegociando posturas jurídicas, psicosociales, cognitivo-conductuales,
psicodinámicas y sistémicas a favor de la intervención.
Finalmente se busca fomentar un egreso armónico, que permita la consolidación de un
proyecto de vida acorde a las posibilidades del sistema consultante, en donde se articula
con la red amplia para fomentar nuevas posibilidades que además de influir en la salud
mental, permitan fomentar la calidad de vida y el bienestar de estos.
Cabe resaltar que estos módulos están dispuestos para aplicarse de manera circular –
helicoide de acuerdo a las necesidades identificadas en el diagnóstico que provee la
evaluación integral realizada por los profesionales y que pueden implementarse de acuerdo
a la lectura clínica que realiza el profesional, cada módulo se ha construido para tener un
espacio de cuatro sesiones para ser implementado, esto contemplando a su vez lo tiempos
administrativos que da el Instituto Colombiano de Bienestar familiar que son
aproximadamente de seis meses.
Como se ha resaltado anteriormente, esta metodología nos ha permitido visibilizar la
importancia de abordar con los profesionales las comprensiones que realizan sobre el tejido
social, invitándolos a resignificar, debatir y construir dispositivos acordes a cada sistema consultante, identificando matrices de privilegio y opresión que pueden fomentar violencias
institucionales y acciones con daño que incrementen el problema.
Aquí surge un cuestionamiento frente a las prácticas de intervención de las diversas
entidades que intervienen el tejido social, en función de apostar por dispositivos que no solo
estén pensados en los sujetos externos o consultantes, sino en los sujetos que intervienen,
permitiendo comprender que la violencia institucional se puede prevenir con nuevas
posiciones que humanicen el prejuicio profesional como parte de una renegociación
constante con los contextos de intervención, facilitando la deconstrucción de discursos
hegemónicos que hacen parte de nuestra sociedad.